Samstag, November 04, 2006

El finlandés errante

Estoy en mi cuarto, el exterior es hostíl y no invita a salir. Por lo menos hemos subido a 6ºC, pero a cambio tenemos una llovizna constante. Aún así esta tarde tendré que salir, a mi pesar, porque las existencias alimentarias comienzan a escasear...
El martes, después de la fiesta de disfraces de Jalogüín a la que no llegamos a tiempo, pero que sirvió para ir a hacernos fotos a la puerta del acuarium, apareció por allí un finlandés que vive en mi edificio pero al que yo nunca había visto y nos invitó a una fiesta que había el viernes en su casa, es decir, tres pisos más abajo de la mía.


En la foto creo que queda bastante claro quien es el finlandés, verdad? Yo la verdad es que no me curré mucho el disfraz, pero bueno, eso es otra historia...

Ayer fue viernes, y por tanto la fiesta del finlandés. Mi día estuvo bastante chulo. Fui a clase de alemán por la mañana y después a comer a la mensa. A las 2.30 habíamos quedado con Edna para ir a pintar su casa.

Y allí nos plantamos. Con los rodillos, las brochas, la cinta de carrocero y millones de periódicos estuvimos pintando su hogar. La verdad es que lo que nos dio tiempo a hacer ha quedado bastante chulo. Esta tarde tienen que seguir pintando la cocina y una pared que ayer no nos dio tiempo, pero yo no voy a ir porque tengo que ponerme ya a estudiar un poco, que empieza a amontonarse mi trabajo.

Nos dieron casi las 10 de la noche pintando y comisqueando guarradas (Dios, como echo de menos las patatas fritas con un sabor diferente a Paprika, y las pipas, a ver si viene Jaime el lunes con un cargamento...).

Volví a casa, me duché, cené y esperé a que viniesen estos para bajar a la fiesta. Estuvimos por allí pululando (wimmeln, verbo aprendido gracias a Torsten :p) aunque no socializamos demasiado. Bueno, yo estuve casi todo el rato con Sara, una chica italiana que conocí en el curso que hice este verano y que ahora está de Erasmus en Bayreuth, en Baviera y que había venido el fin de semana a ver al novio. Me hizo mucha ilusión volver a verla, porque en verano pasamos mucho tiempo juntas. Ahora a ver cuando preparo una excursión al sur a verla.

Las fiestas de St. Petersburger molan, como se dice por ahí. Parecía increible que la pista de baile fuese la cocina. Había hasta una bola de discoteca con múltiples luces... una frikada de las grandes.

Después de la fiesta decidimos ir al Sputnik, que es un sitio que mola también (yo diría que más que las fiestas de St. Peters.) Como llegamos a las mil nos libramos de pagar entrada, así que la noche salió redonda. Perdimos a parte de la expedición antes de llegar allí (bueno, casi al salir de la resi) porque Teresa y sus visitas no tengo ni idea de donde se metieron. La cosa es que no conseguimos contactar con ella en toda la noche, porque todavía no entiendo mi movil alemán y no tengo ni idea de por qué cuando lo pongo en modo vibrador no funciona...

La expedición al Sputnik se compuso de los siguientes miembros:

Los Adrianes, Tanis, Edna, Elena, Santiago, la húngara y yo (creo que no me dejo a nadie). A las 4 y pico, Elena y Edna plegaron y marcharon para casa, pero nosotros nos quedamos un poquillo más.

Me lo pasé como los indios. Pusieron un montón de canciones en las que pude decir: - Jo! Me encanta esta canción! (frase que repito más a menudo de lo que creía...) a lo que Adrián contestaba: -¿Sabes lo que está buenísimo? (su frase comodín).

A las 6 marchamos nosotros para casa. Me metí en la cama y hasta hoy por la mañana, que me he levantado con la intención de ponerme al día con el japonés y con la logística, que me está matando. Además tengo que empezar a preparar mi presentación para la clase de alemán, que aunque no necesito los créditos y por lo tanto no necesitaría hacer el examen, me lo voy a tomar en serio y voy a curramelo para aprobar el curso. No sé cuando podré necesitar ese Schein.

Como veis la vida Erasmus es más dura de lo que parece...

A más ver.

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